martes, 22 de junio de 2021

ENGAÑAMUCHACHOS

 

Recuerdo muy bien la tira cómica “Mafalda” del genial Quino, en el que Felipe, el amigo ingenuo de la protagonista, está delante de ella, con las manos atrás, diciéndole algo así como “¿Viste ese anuncio que te ofrece esa maravilla grandiosa, inmensa, eso nunca visto antes…? ¿Eso que siempre deseaste tener…?” Y Mafalda, entre curiosa y animada dice: “¡! ¡!”, para que Felipe le muestre lo que tiene escondido detrás y que es una pequeñez, una cosita mínima, diciendo “¡Pavada de maravilla la que te venden…!”.

El texto no es exacto, porque no me baso más que en mi recuerdo, pero siendo publicista, me impresionó mucho. ES ESE TIPO DE HUMOR QUE TE HACE PENSAR…

Esta pieza gráfica, este cómic, encierra una gran verdad, que por supuesto, no es extensible a TODA la publicidad, pero da cuenta de un pensamiento muy común acerca de ella y que es alimentado, desgraciadamente, por eso que es la mentira o la media verdad de la que algunos productos o servicios, se valen para engatusar o, digámoslo claramente, estafar a incautos consumidores…

Muchas veces, la exageración publicitaria, traspasa esa fina línea que divide a lo cierto de lo falso, por su afán “engrandecedor”, que no hace otra cosa que engañar a un público que cree en lo que se le está diciendo y ofreciendo, porque, de entrada, no tendría razón para dudar…

La publicidad se basa y debe basarse en LA VERDAD y negarse rotundamente a ser mentirosa o ambigua. No se trata de resaltar los defectos, que todo servicio o producto tiene, pero tampoco de escamotear la realidad, ocultándolos deliberadamente…


La mala fama que tiene a veces la publicidad –demasiadas, diría yo- tiene su origen en esas acciones que pecan de escamoteadoras de la realidad y son esencialmente dolosas. “
Vender gato por liebre”, no es publicidad. Eso es un delito y punto.

 

 

Imagen: holatelcel.com

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