lunes, 14 de noviembre de 2022

72 horas

 

A veces uno, cuando es joven, no se da cuenta de lo que se está forzando para hacer las cosas y lo toma como una “conquista”, un “logro”, algo de lo que seguramente presumirá…

 


Fueron 72 horas, 3 días en los que el sueño era espantado con café, pero venía por cabezadas que no sabía bien cuánto duraban, irregulares, pero que siempre parecían cortísimas. Mi compañero de oficina, el director de arte que estaba en el mismo bote de preparar una campaña para el lunes (empezando el viernes), me pasaba la voz con un “¡Te estás durmiendo!” que me sobresaltaba para contestar que era “nada más que un pestañeo”…

 

Yo hacía lo mismo con él cuando lo veía cabecear o fingir concentración en el dibujo (con los ojos cerrados); nos habíamos comprometido a presentar una campaña final, con los bocetos de avisos acabados, story board y bocetos de folletería (con sus respectivos textos, claro) y el sustento creativo para la campaña completa, pieza por pieza.

 

Ahora que lo recuerdo con la distancia de los años, me doy cuenta que era una tontería, un querer “demostrar” que podíamos ser creativos y muy rápidos: la publicidad en suma.  Abrevio diciendo que nos aprobaron la campaña, pero éramos una especie de zombis alimentados con pizza, con litros de café y cigarrillos (fumábamos en ese entonces) como estimulantes y ninguna pastilla o sustancia que nos mantuviera “lúcidos y alerta” porque –por lo menos yo- había visto en más de un compañero “trabajador” los estragos que causaba esa “dieta cerebral”.

 

Muy temprano, el lunes de la presentación, mucho antes de que nadie llegara a la oficina, afeitada, pañitos húmedos y mucha agua de colonia; después revisión del material a presentar, ordenar las carpetas que contenían los textos y la sustentación, repasar los charts que usaríamos durante la exposición (era la época en que no se soñaba con las computadoras, el teléfono celular era algo de ciencia ficción y las únicas “máquinas” a nuestra disposición  eran una de escribir  -mecánica- una fotocopiadora que solo imprimía en negro y dos calculadoras de bolsillo).

 

La euforia de la presentación, las respuestas ensayadas una y otra vez a las preguntas que sabíamos nos iban a hacer y el entusiasmo que nos produjeron los comentarios positivos, “compensaron” el esfuerzo y pongo ese compensaron entre comillas porque, repito de nuevo, ahora, con la distancia de los años, pienso que lo que hicimos fue una tontería, porque el desgaste personal (que nos hizo dormir casi un día entero a los dos, ya en nuestras casas) consiguió que perdiéramos un día, que no “funcionáramos” bien hasta acomodarnos nuevamente y que “no pasara nada”: éramos “héroes” sólo para nosotros mismos porque para los demás eso era “normal nomás”.

 

Confieso que fueron las 72 horas más largas de mi vida y las que me enseñaron que la publicidad puede ser demandante y urgente, pero uno no debe forzar lo que requiere tiempo.

 

Imagen: culturabogota.com

 

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN “CÓDIGO”, 23.7.2019.

lunes, 17 de octubre de 2022

Avalancha

 

Soy redactor publicitario, es un lunes cualquiera y encima de mi escritorio empiezan a amontonarse los sobres de las órdenes de trabajo, que contienen el material informativo necesario para cada encargo por hace …

 


Es una verdadera avalancha, típica de un lunes, antes de media mañana y me doy cuenta que me espera mucho por leer y por escribir, sobre diversos temas, para comerciales de radio o televisión, para avisos de periódico, alguna campaña completa … Y eso es solamente el principio, porque con el paso de los días, el número de órdenes irá aumentando y tendré que trabajar lo más rápido que pueda, para cumplir con las fechas marcadas. Es bueno estar en una agencia que tiene éxito, pero …

 

Esto no es ficción y seguramente les sucede a muchos: gran cantidad de cosas por hacer, variedad de temas y poco tiempo … Suele ser la vida de trabajo, “rutinaria”, de un redactor …

 

El asunto es no atolondrarse y abordar cada caso, uno por uno, enterándose bien de lo que trata, de la información que se adjunta, leyéndola y marcando aquello que es necesario profundizar; hay que preguntar al cliente, hacerlo directamente o por medio del ejecutivo de cuentas …

 

Lo mejor es elegir luego lo que parezca más sencillo e ir avanzando en complejidad; recomendable, dejar el material para el comercial o los comerciales de la tele, porque un guion siempre es algo complejo de construir …

 

Leer, informarse, escribir, cambiar de temas, de formato del medio … Parece eso, una avalancha, que nos cae encima, pero de la que se espera –y debemos- salir indemnes y triunfantes.

 

Aunque parezca que exagero, reto a cualquier redactor de agencia a que me desmienta y diga que “agrando” las cosas, para “victimizarme” …

 

 

Imagen: https://es.dreamstime.com

LA FORMA INCRUENTA DE PODER

 

La publicidad, lo digo siempre, es una forma no sangrienta del poder, mucho más potente que otras que basan su poder en la fuerza o la coerción …

 

Y es que soy un convencido que la publicidad es algo que puede hacer maravillas sin que nos demos cuenta, porque nos informa acerca de infinidad de asuntos de los que muchas veces no teníamos ni idea y nos guía hacia mucho de lo que después va a formar parte de nuestra vida …

 

Desde lo más simple, como puede ser la elección acertada de un jabón de tocador, hasta lo que puede ser complejo como un seguro de vida o la elección dl medicamento adecuado (cuando no se necesita de una receta médica, por supuesto).

 

La publicidad es el vehículo que nos guía en diferentes situaciones de la vida y no solamente hay que verla como promotora de productos o marcas, sino como la voz amiga que nos da avisos de servicio público, lo que facilita nuestro día a día …

 

La publicidad no necesita de la fuerza, sino que llega a nosotros para hacernos pensar, ofrecernos opciones y ayudarnos así en la elección …

 

Es por eso, por ese poder que tiene la publicidad, por la que los publicistas tienen tanta responsabilidad …

 

Imagen: https://www.freepik.es

viernes, 30 de septiembre de 2022

EXCUSAS QUE NO EXCUSAN

 

 

Muchas veces cuando no queremos hacer algo, o lo hacemos a desgano, o ponemos excusas que nos “impiden” hacerlo …

 


Como ejemplo, recuerdo que en una agencia donde trabajaba como director creativo, un cliente importante y que recién iniciaba su relación comercial con la agencia, nos pidió lanzar un producto, para un mercado dominado por una marca que ya era tradicional y casi sinónimo del producto.

 

Lo primero que había que hacer era un afiche grande, para después ir a tv, radio y paneles (internet no existía en el Perú entonces), por lo que se comenzó a trabajar el proyecto, bocetando el afiche; a los varios días, cuando le pedí al director de arte ver el material, me mostró un afiche con el fondo amarillo, que era el “color símbolo” del producto de la competencia, al hacérselo notar y decirle que ese color era desafortunado y que el color predominante de nuestro producto era el rojo, me respondió, sin pestañear: “Es que era el único color de mis plumones que tenía tinta suficiente para ese fondo…”

 

Como se comprenderá, me pareció tonta la respuesta y propia de alguien a quien le da flojera hacer algo; podría hacer el fondo no con plumón, sino con témpera, por ejemplo, o decir que se le habían acabado sus plumones (los famosos “Design”) y que necesitaba unos nuevos para trabajar…, sin embargo, optó por la “rapidez” y echó mano de lo que le “facilitaba” la labor (“¿la témpera…? Necesita secar…”).

 

La requintada de mi parte no se hizo esperar y de inmediato le pedí cambiar el bilioso color y le “prohibí” usarlo en cualquier material para ese cliente. De veras, el asunto me pareció bien poco profesional y que la “excusa” esgrimida era muy boba …

 

Y es que, en esto de las excusas, existe una variedad infinita, e infinitamente tontas, sin sentido o que traslucen ociosidad; en otra agencia de publicidad, donde también fui director creativo, uno de los redactores tenía como encargo escribir una “familia” de avisos de prensa, es decir que eran varios motivos bajo un mismo “paraguas”, que los uniera, además   -como es lógico- con el mismo slogan de marca para todos …

 

Cuando el redactor me mostró su trabajo, vi que eran varios titulares y tres o cuatro alternativas para el slogan. Lo que faltaba era el texto para los avisos, correspondiente a cada titular. Cuando se los pedí, para verlos, el redactor me dijo con cara de superioridad aburrida: “¿Los textos…?  Se entiende, pues…”. No había ni intentado redactarlos. Pura flojera. Huelga decir cuál fue mi reacción, censurada aquí porque las palabras fueron más bien gruesas …

 

La dejadez y la flojera son enemigas de algo tan veloz como es la publicidad y soy un convencido que las cosas a medio hacer o mal hechas, con estas enemigas sobre los hombros, a mí, por lo menos, me producen rabia Y no es que tenga mal genio, sino que es algo que siento como una provocación.

 

Imagen: https://www.google.com

¿A las palabras se las lleva el viento?

 

Esto se puede aplicar, creo, a las palabras que son dichas, pero lo que está escrito, queda y se recuerda cada vez que se vuelve a leer …

 


Cuando uno escribe para publicidad, a pesar de lo pasajero o efímero de esta, a las palabras NO se las “lleva el viento”, porque quedan en los avisos impresos y registradas electrónicamente para radio, televisión e internet. Van a estar ahí, como se dice “dando vueltas” y a disposición de cualquiera que quiera utilizarlas para algo. Alguien dijo “El que habla, se j…”, a lo que yo agregaría que el que escribe también y que en publicidad a las palabras –repito- NO se las lleva el viento …

 

¿Y todo esto por qué? Simplemente porque algo que tiene que tener muy en cuenta quien redacta para publicidad, es que lo que publique, aunque sea una pequeñez, quedará registrado y va a influenciar. Perdonen que insista sobre el tema, pero es que la publicidad no es una “tierra de nadie”, donde se pueda decir cualquier cosa. Todo, más tarde o más temprano tendrá consecuencias que van a afectar –de diferentes formas- a miles de personas …

 

Es casi imposible corregir algo equivocado dicho por la publicidad, porque las “rectificaciones”, o son muy poco vistas, o no atraen ni interesan mayormente. Es verdad que se “salva” la responsabilidad corrigiendo, pero solamente es eso, porque el daño ya está hecho y finalmente –para el público- quien se equivoca es el producto o la marca, ya que el publicista es la “voz” de quien lo contrata y es invisible. Todo lo malo que pueda suceder, recaerá en la marca o el producto. El resultado de la desprolijidad publicitaria, podrá ser muy perjudicial para el cliente, porque “lo dicho, dicho está” …

 

 

Imagen: https://www.google.com

 

 

lunes, 12 de septiembre de 2022

Es pura publicidad

Es una frase que se oye y que quiere decir que lo que se ve, oye o sucede es muy exagerado, cuando no falso … Es bastante corriente llamar “publicidad” a aquello que no lo es y se la usa como sinónimo de “engaño” …

 

¿Por qué tiene tan mala fama la publicidad …? ¿Por qué en algunos círculos se la menosprecia, se la desprecia y hasta se la demoniza…?

 

Creo que esto sucede porque la publicidad presenta “modelos” (no se trata en este caso de chicas bonitas, sino de ejemplos), “metas” para alcanzar, en forma de satisfacción de necesidades, por medio de productos o servicios … Parece “inútil”, pero cumple con avisar, “anunciar” al consumidor, acerca de una pléyade (disculpen la repetición) de productos y servicios que están a su disposición …

 

La publicidad no es el “malo de la película”, sino que cumple una función importante entre el mercado y los consumidores; es el “puente” a través del cual pasa la información “de lo que hay”, desde este hacia ellos, y lo hace de forma atractiva, informa y cumple con esa misión de “pregonero”, que gráficamente vemos como un personaje con megáfono,ese aparato para amplificar la voz y que permite que se escuche lejos …

 

La publicidad es parte de nuestras vidas y no es cierto que promueva “superficialidades innecesarias”; lo que hace es poner a nuestro alcance, información que de otro modo difícilmente tendríamos y realizarlo de tal manera, que esa información nos llame la atención y la tengamos en cuenta para el momento en que tengamos que elegir.

 

Ni “demonios” ni “santos”: publicistas nomás …

 

 

Imagen: https://es.dreamstime.com


 

viernes, 2 de septiembre de 2022

PEPE ROBOT

 

Pepe es un robot que piensa.

 


Es una maravilla que no tiene brazos, piernas, ojos ni boca; Pepe es un cerebro electrónico, digamos una computadora diseñada y creada para hacer lo que el cerebro humano hace: pensar.

 

Gracias a una “alimentación” inmensa de datos de todo tipo, su programa, ante una solicitud, realiza el proceso de pensar, es decir de buscar datos en su “archivo”, seleccionarlos, compararlos, validarlos, unirlos a otros datos “de la misma familia” para construir el pensamiento, ese que, expresado en ideas, y que, gracias a su complicado sistema, se convertirán en frases que a su vez se convertirán en párrafos de correcta ortografía, párrafos y frases que podrán componer un aviso publicitario, en respuesta a lo pedido y que sea único, brillante, atractivo y eficaz …

 

Pepe habrá hecho su trabajo en seis segundos y de “yapa” producirá una ilustración ad-hoc a todo color, igualmente original y única como el texto; si es aprobado, lo enviará a la red, a los sitios y en las fechas previamente seleccionados por él mismo …

 

Fin del sueño. O de la pesadilla de un anunciante y de un redactor publicitario: sueño feliz para el primero y pesadilla horrenda para el segundo …

 

Sí es un sueño/pesadilla que puede producir el tema de la “inteligencia artificial” en este asunto de la publicidad; un sueño/pesadilla que puede haber llegado ya, o no estar muy lejano, porque todo parece ser cuestión de tiempo.

 

La ciencia ficción se ya se está volviendo ciencia nada más desde hace un tiempo y como dicen, el futuro nos alcanza y promete convertir en pasado muchas cosas …

 

 

Imagen: http://www.vdibrasil.com

lunes, 22 de agosto de 2022

Las frases felices

 

No es porque las frases “estén contentas”, sino que se trata de frases acertadas, que tuvieron el éxito de ser repetidas y recordadas … “¿Ahora qué te tomas tú? Lo de siempre, ¡té Sabú!”, “Tarde o tempano su radio será un Philips”, “El casado casa quiere y muebles Costa prefiere”, “Mejor mejora Mejoral” ….

 


Así podría seguir citando esas frases recordables, felices, de un tiempo en el que la publicidad “andaba en boca de todos” y no era solamente un instrumento de ventas …

 

Tal vez sea que todo en la memoria se suele ver mejor, porque se “adornan” los recuerdos y se los hace gratos de esta manera, pero creo que el cambio que viene sufriendo la publicidad desde hace bastante tiempo, no es un cambio que aproveche, sino uno que la disminuye …

 

Percibo –y de pronto me equivoco- que se la ha despojado de la “magia” que tenía, para hacerla simple, rápida y no sé si efectiva. Las viejas frases felices, recordables y célebres, son ahora eso: viejas frases; frases que parecen no tener cabida en un mundo lleno de apremio, de urgencias, de cifras y palabras “vendedoras” como “oferta exclusiva” o “gratis a los primeros 10” …

 

Debe ser porque yo hace años dejé de buscar –como antes- la frase que “calzara” con el producto o la marca, pero no noto en lo que veo, esfuerzo por “llegar”, por producir esa “frase-gancho”, boba tal vez, pero recordable y decidora …

 

La publicidad parece haber cambiado y francamente, lo actual no me entusiasma, porque siento que la velocidad está “matando” al paisaje, como cuando uno va en un auto a toda velocidad y lo que ve por la ventanilla no es un campo con árboles, bajo el cielo azul, sino imágenes borrosas que se suceden y desaparecen, sin tener sentido …

 

Sí, soy un viejo redactor publicitario, de los “de antes”, cuando la publicidad era apasionante …

 

 

Imagen: https://www.cerebriti.com

jueves, 18 de agosto de 2022

EL SECRETO

 

A veces me preguntan cuál es el secreto para haber estado activo en la parte creativa de la publicidad, por más de cincuenta años y digo que es muy simple: insistir …

 


Ser insistente, tratar una y otra vez, no tener miedo a empezar de nuevo muchas veces, no desmayar en los intentos. Ser constante y –por emplear una palabra más- terco.

 

Ese es el secreto para mí. El secreto de la persistencia, que se da porque uno está en algo que le gusta, que le apasiona, que le divierte tanto que no es un trabajo lo que tiene y hace, sino un fascinante entretenimiento …

 

Me dirán que esas son palabras nomás, pero yo quisiera recordar que mi trabajo-entretenimiento, fueron siempre las palabras. Seleccionarlas, adecuarlas, usarlas y agruparlas. Conocer su significado …

 

Lo he dicho varias veces, la palabra es un arma y para usar un arma hay que entrenarse, disparar una y otra vez, hasta dar en el blanco siempre. Es cuestión de conocer el arma, su potencia, su alcance. Es cosa de insistir …

 

Es un “secreto” simple, que está al alcance de todos y lo único que requiere es constancia, no “tirar la toalla” y –esto es importante- estar listo siempre para ser juzgado, porque todo lo que el redactor creativo haga, será motivo de opinión, la que a veces será positiva y otras, negativa …

 

La publicidad es pública y como tal, cualquiera puede opinar, lo que finalmente se traducirá en cuán efectiva es; este trabajo-diversión no es un “lecho de rosas”, por eso a quien lo hace día a día, debe gustarle cada día… ¡todos los días!

 

 

Imagen: https://es.dreamstime.com

lunes, 8 de agosto de 2022

Valorarse

 

A veces uno no se siente a la altura de las circunstancias y no acomete la tarea; se siente “menos” y no se cree capaz de hacer algo. Puede que no lo diga abiertamente, pero en lo íntimo de sí mismo está pensando en que no puede.



Otras, un exceso de auto confianza lo hace creer que lo puede todo y que el trabajo que le encargaron lo hace “con las manos amarradas” de lo sencillo que le parece.

Son dos extremos en los que no se debe caer nunca; la valoración de uno mismo tiene que ser justa, sin excesos: ni tanto, ni tan poco. Y es que tenemos que aprender a valorarnos, sabiendo hasta donde, con nuestros conocimientos y experiencia, es posible llegar.

Valorarnos a nosotros en una justa medida nos dará confianza permitirá encarar el trabajo; de paso, esta es una actitud que nos ayudará siempre en la vida. Conocernos, saber nuestros alcances y límites no es cosa fácil y se requiere de un aprendizaje basado en errores y en aciertos.

Corregir los errores significa admitir que uno no lo puede todo y los aciertos no tendrían que ser celebrados de tal forma que uno se duerma sobre sus laureles; tenemos al frente a una audiencia que está esperando que digamos algo y a la que no le podemos fallar.
El publicitario, vuelvo a decir lo que ya mencioné una vez anterior, si no está atento, publicará sus errores y lo que es peor, con ellos causará enorme daño.

Ni supra valorarse ni infravalorarse: valorarse nomás.

 

*Artículo originalmente publicado en “CÓDIGO” 29 agosto, 2017.

Imagen: https://www.freepik.es

La frase

 

En publicidad, por su exponencial exposición repetitiva (y a veces un mucho de suerte), una frase se puede volver famosa, convertirse en algo que se reconozca de inmediato y perdure.

 


Frases como “Pásame la Manty” o “Estoy comiendo mi pan con Regia”, “¿Yo…? ¡Nescafé!”, “Mejor mejora Mejoral”, “El casado casa quiere y muebles Costa prefiere”, “Dolores se va con Geniol”, “¿Y ahora qué te tomas tú…? ¡Lo de siempre, Té Sabú!”, “Tarde o temprano, su radio será un Philips”, “Es mejor tener un seguro y no necesitarlo, que necesitar un seguro y no tenerlo. Se lo recuerda la Compañía Italo-Peruana de Seguros Generales”, “Glostora, el fijador de la juventud triunfadora” y tantas otras, viven en el recuerdo, revoloteando por la memoria y convirtiéndose a veces en “frases hechas” que se vuelven de uso general y diario …

 

La mención de la marca como integrante indisoluble de la frase, hace que la “fama” le llegue a la marca porque es parte de algo feliz, ingenioso o divertido y allí van, juntos, por el camino de las repeticiones, que trabaja “fijando” a la marca en la mente del consumidor …

 

A lo largo de mis más de cincuenta años de creativo publicitario, me ha tocado idear innumerables frases y eslóganes, pero de uno de ellos escribiré más adelante, porque me siento orgulloso que haya gente que todavía recuerde una frasecita, que se puso de moda hace más de treinta años y tuve la suerte de “idear” …

 

Imagen: https://www.psicoactiva.com

lunes, 18 de julio de 2022

Amor a la publicidad

 

Una mañana, temprano, llegué a la oficina de la agencia de publicidad donde era director creativo y al pasar por arte, me pareció ver un poco de desorden, me acerqué a uno de los tableros de dibujo, que estaba contra la pared del fondo y en la semioscuridad noté algo “raro” debajo de este; al mirar bien, vi que había alguien abajo, evidentemente durmiendo; le pasé la voz, despertándolo con un zamaqueo y soñoliento, se desperezó, saliendo de su sueño el hombre de arte, dueño del tablero, y me explicó entre bostezos, que como había un trabajo urgente, hubo de terminarlo y para cuando acabó era tan de madrugada que no valía la pena regresar a su casa –vivía lejos- y se acomodó debajo de “su” tablero, para “echar una dormidita” …

 


Sonreí en ese momento y ahora pienso que esa es una verdadera muestra de amor por la publicidad, una prueba de “llevar la camiseta” y llegar hasta lo último, con tal de cumplir con el deber …

 

Me digo, que cuántas muestras de ese cariño por la profesión habrá habido y probablemente haya, que no conocemos, que tal vez ni imaginemos. La cantidad de horas robadas al sueño, preparando una campaña o terminando un aviso, que de pronto son incontables, demuestran cariño y un perfeccionismo especial por lo que se hace …

 

Estoy seguro que esto es algo que les sucede a los profesionales de diferentes ramas, pero a mí me ha tocado ser testigo de excepción de ello en la publicidad y lo siento muy adentro, porque después de todo, más de cincuenta años y haber visto situaciones así, como se dice, “no es moco de pavo”

 

Imagen: https://www.freepik.es

lunes, 11 de julio de 2022

Lo nuevo y lo viejo

 

La publicidad se encuentra como siempre, con aquello que es “viejo”, o sea la comunicación –que es tan antigua como el ser humano- y los medios para ponerla en práctica …

 


La comunicación, ese intercambio entre dos o más inteligencias humanas (especifico, porque salvo las piedras, en la naturaleza todo comunica, es decir emite y recibe) no ha cambiado. Lo que ha ido variando es la manera de comunicarse y aquí podríamos citar una miríada de formas …

 

A lo que la publicidad, específicamente se enfrenta ahora, es a cambios en la forma de comunicarse. Cambios que se han venido dando permanentemente, haciendo realidad aquello de que “lo único que no cambia es el cambio”. Los “medios” de comunicación han cambiado y en este momento es la llamada digitalización, la computación, lo que impera. Coexisten con lo que se traduce en papel impreso, ondas de radio o de televisión, cine y otros “soportes” que reciben la comunicación publicitaria …

 

Hay que idear nuevas maneras de emitir mensajes, adecuarse a los modos de ser del público y tener siempre en cuenta que muchas de las antiguas reglas ya no sirven, porque han sido dejadas de lado o superadas. El asunto –que no ha variado- es cómo atraer al público, de qué modo sugerirle, recomendarle e impulsarlo a dar una respuesta afirmativa, positiva …

 

A veces me parece que estoy incidiendo casi todo el tiempo en esto, pero lo hago, porque por mi propia experiencia soy un creativo publicitario que ha vivido cambios sustanciales en materia de instrumentos de la profesión y en los medios que utiliza. Soy pre-televisión, pre-digitalización, pre-computadora … ¡Casi un dinosaurio! Soy una especie de vestigio, pero que tuvo que actualizarse permanentemente, para durar en este oficio más de medio siglo y continuar “operativo” …

 

Por eso digo que los cambios van a seguir y hay que estar preparados. No se puede parar, porque el futuro, ése que leíamos en los libros de ciencia-ficción, ya está aquí y como se dice, pronto será tan viejo, como el periódico de ayer.

 

Imagen: http://juancarloscasco.emprendedorex.com

martes, 5 de julio de 2022

TIPIFICADO


 

He escuchado al conductor de un programa que se emite por numerosas plataformas informativas a todo el Perú, repetir muchas veces la palabra que es motivo de este título y creo que, si bien es un error y “a más inri”, repetido, lo preocupante es que se insiste en algo, que está mal y “para peor”, lo hace quien hoy se llama “un influencer”, palabra que cuya traducción al castellano –en un modo bastante libre, general y sonoro, por cierto- borra cualquier duda: “influenciador” …

 

No es que sea algo “muy horrible”, pero aprovecho este pequeño suceso, para llamar la atención sobre eso que muchas veces pasamos por alto, pero que parece estarse convirtiendo en algo cotidiano para los locutores de programas o noticieros, y es un mal uso del idioma, lo que revela falta de información sobre su elemento principal de comunicación, que es el lenguaje, y la poca o ninguna preocupación por corregirlo que existe…

 

Es verdad que los errores al hablar son bastante comunes y que un ex presidente del Perú y un ex alcalde de Lima decían “consuidadanos”, que los “endenantes”, “nádienes”, “nadies” u otras equivocaciones al hablar, sean corrientes en las voces de algunos prominentes políticos, pero esa no es razón para que importe un bledo la manera correcta de hablar, porque se cree que “me entienden”, y menos para quienes lo hacen en público y debieran dar ejemplo de corrección (y diría respeto por los demás) al hablar …

 

¿Y esto que tiene que ver con la publicidad?

Bueno, es algo digno de notar para que se evite, no suceda,  y no se haga, porque la comunicación publicitaria es comunicación pagada y quien paga, tiene todo el derecho de exigir a cambio, un buen producto en todo sentido; las “equivocaciones” lingüísticas en publicidad, además, se propagan rápida y masivamente lo que las hace peligrosas para la supervivencia de algo tan fundamental, pero lamentablemente también distorsionado, descuidado y vapuleado como el idioma …

 

Imagen: https://es.123rf.com

martes, 28 de junio de 2022

El archivo Maravilloso

 

Todos tenemos como propiedad personal un archivo, que solamente puedo tildar de maravilloso, o con algún otro adjetivo positivo y verdaderamente grande …

 


Se trata de la memoria, la misma que las computadoras y la tecnología tratan de emular, consiguiendo avances inmensos como hace unos años no podríamos imaginar, pero especialmente en lo que se refiere a capacidad.

 

Nuestra memoria, nuestro archivo, tiene una capacidad que en verdad no llegamos, creo, a conocer … Antes se decía que “los elefantes nunca olvidan” y que, si un hombre tiene una gran memoria, esta es “memoria de elefante” …

 

Es un misterio como el cerebro almacena en la memoria, las “fichas” de ese archivo que se va juntando y que tal vez se olvide por un tiempo, pero está ahí, guardado y hay cierto mecanismo, que es propulsado generalmente por lo que perciben los sentidos y que produce lo que se llama un “recuerdo”, que no sería otra cosa que la ubicación y “desempolvamiento” de una ficha del archivo, que muchas veces encadena otras fichas o recuerdos más …

 

Ahora bien, ¿esto qué tiene que ver con la publicidad? Es sencillo y complejo a la vez, porque la publicidad es percibida por el cerebro y aquí se pone en actividad aquello que, por más que nos lo expliquen no llegamos a entender bien… Son reacciones químicas y eléctricas que se producen en ese que es el órgano más importante del ser humano: El cerebro. Se “pone en marcha” (es un decir, porque el cerebro no descansa) y pensamos. Aquí interviene de todo y entre mucho, la memoria, produciendo recuerdos. Esos recuerdos que afloran cuando la publicidad “da en el blanco” y nos hacen actuar de manera determinada …

 

Perdonen si no he sido muy claro, pero quería enfatizar el uso de los recuerdos, “dormidos” en la memoria por la publicidad, para lograr su cometido. Ahí creo que está la clave de las historias, tan poderosas y que parecen haberse dejado de utilizar …

 

A veces parece cosa de magia y yo me siento aún después de más de cincuenta años de publicista, como un aprendiz de mago … ¡Es que uno nunca termina de aprender°!

 

 

Imagen: https://www.alamy.es

lunes, 20 de junio de 2022

El boom

 

Para todo el que haya tenido contacto con la radio o la televisión antiguamente, un “boom” (bum) es el micrófono grande, omnidireccional, que en la tele estaba fuera de cámaras, colgado, en un trípode con ruedas que permitía moverlo y que en la radio, colgaba del techo de la cabina …

 


Pero es a otro “boom” al que quiero referirme y este término define aquí lo que es un éxito (como el “boom” de la literatura latinoamericana, de hace un tiempo). Algo que es “grande”, una verdadera explosión …

 

Es l “boom” que se vive desde hace varios años, de las comunicaciones, entendidas como una carrera universitaria, no con la tecnología que la permite. Las comunicaciones se volvieron “la carrera de moda”, la especialidad que había que seguir si uno quería ser “moderno”; profesiones como la ingeniería, el derecho, la antropología, la medicina y otras, no eran muy “fashion”. Había que ser “comunicador” y así nacieron como hongos después de la lluvia, las facultades universitarias de la especialidad y los institutos superiores que ofrecían educación en esta rama …

 

A los periodistas se les llama, correctamente, “comunicadores”, y también a los que profesan la publicidad, y ahora pareciera que los comunicadores abundan y uno se en encuentra con comunicadores egresados de esa carrera, que laboran en muchas cosas que nada tienen que ver con lo que estudiaron. Es verdad que uno puede encontrar ingenieros o abogados como taxistas, por ejemplo, pero tal vez porque yo he estado toda mi vida profesional dedicado a la comunicación publicitaria (sin estudios universitarios ni título alguno, hasta que la Universidad Católica, hace diez años, me otorgó el título “honoris causa” por currículum distinguido), es que me “fijo” más en los comunicadores y creo que hay un sobre abundancia de estos, lo que no le hace ningún bien a la profesión, porque los niveles educativos de muchos, no son los que debieran ser …

 

El asunto es que comunicar es tan “común” y todo el mundo comunica, que estudiar en una universidad para hacerlo, parece una tontería, pero el comunicador profesional tiene mucha mayor responsabilidad que cualquiera que comunique “normalmente”, pues a quienes comunica, es decir los receptores, son generalmente muchísimos y hay que SABER llegar a ellos, conocer el QUÉ, el COMO y el CUÁNDO. No es cosa de poca monta y la abundancia de comunicadores, no asegura una BUENA comunicación …

 

Y el mundo en general y especialmente el Perú, precisa de ella para que las diferentes crisis que vivimos en este tiempo, se entiendan y se pueda abordar sus soluciones. Si no se comunica BIEN, se conoce MAL, o a medias y eso impide actuar.

 

Imagen: https://www.agrositio.com.ar

miércoles, 15 de junio de 2022

LAS PALABRAS ANDANTES*

 

Sí… Otra vez las palabras…

 


Las palabras, lo he dicho varias veces, han sido mi “materia prima”, esa que me ha permitido construir innumerables piezas de comunicación publicitaria, a lo largo de mi más de medio siglo de actividad…

 

Con las palabras, he llegado a muchísima gente     –mucho más de la que hubiese siquiera imaginado- con mensajes construidos por encargo y que fueron totalmente diferentes uno del otro, tratando de que la originalidad primara, sobre todo, en cada caso …

 

Y el título que me he prestado, viene a cuento, porque siempre me pareció una buena manera pata describir a las palabras; esas que, como el Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de La Mancha, de Cervantes, van de un lado para otro, viviendo aventuras y provocándolas, con la imaginación. Para completar el símil, digamos que yo he sido el compañero de esas palabras andantes; el Sancho Panza, que con su pachocha ha disfrutado de los sueños y fantasías, que ellas le permitieron. 

 

Hemos recorrido un camino largo, variadísimo y doy gracias a las palabras por haber dejado que las acompañara en estos viajes maravillosos, donde aprendí tanto de ellas. Las palabras han sido mis maestras y confieso que mi vida no tendría sentido si es que ellas no me hubiesen guiado.

 

*El título de este pequeño artículo, es el mismo que el del maravilloso libro de Eduardo Galeano, que me he atrevido a usar y recomiendo leer, aunque su contenido no tenga nada en común con lo aquí escrito, salvo claro, las palabras.

 

Imagen: https://blog.prezi.com/es

 

Manolo Echegaray.

 

lunes, 6 de junio de 2022

ESCRIBIR ES COMO RESPIRAR

 


Respirar es normal y automático.

En el momento que uno deja de hacerlo, por un rato, siente que se ahoga y le falta aire…

 

Con esto de escribir, durante más de cincuenta años - lo cual es mucho tiempo-, me ha pasado igual. Trabajando en publicidad, cuando no tenía uno o varios encargos de redacción creativa, me “ahogaba” …

 

Puede parecer una tontería, pero más que un medio de vida, escribir para publicidad ha sido la verdadera forma de vivir para mí. Un modo de vida. Desde que di mis primeros pasos en el oficio, en un McCann que me enseñó a caminar en la publicidad, no paré de hacerlo durante esos más de cincuenta años …

 

Es que ni me di cuenta de la miríada de cosas que iba haciendo –la mayoría muy divertidas- porque eso es, me entretuve mucho escribiendo entonces, y recordar ahora me da un cierto calorcito de satisfacción que es muy agradable. No sé si le podamos llamar el sentimiento de “el deber cumplido” o la satisfacción de hacer algo que me gustó, me fue gustando cada vez más y se convirtió en un asunto tan necesario como respirar …

 

Estoy seguro que lo que aquí digo suena exagerado o que “miro las cosas color de rosa”, pero es en resumen la historia de mi vida profesional. Porque –gracias Dios- siempre hice lo que me gustó. Siempre me sentí bien y que mi trabajo servía en verdad para algo, con resultados que se podían ver y hasta medir… Aprendí a apreciar el buen trabajo, por sus resultados y que las encuestas no mentían …

 

Esto es algo que siempre dije –y no me dejarán mentir- a mis alumnos, a los que traté se transmitir el entusiasmo que sentía y les decía que cuando un lunes por la mañana se despertaran, si pensaban: “¡Es lunes…! ¡Tengo que levantarme…! ¡Tengo que ir a trabajar…!”, cambiaran de inmediato de trabajo, porque este debía ser algo que gustara. Que se sintiera placer haciéndolo…

 

El trabajo que a uno le gusta, es diversión, no trabajo y yo me divertí mucho trabajando. Perdón y corrijo: nunca sentí que “trabajaba”.

 

 

Manolo Echegaray.

 

 

Imagen: https://sp.depositphotos.com


lunes, 30 de mayo de 2022

Curiosidad


 

La “curiosidad”, es definida a veces como “rareza” y es porque llama la atención. Algo “curioso” puede ser un dato o un hecho que debería lograr que se averigüe más acerca de él…

 

Y aquí quiero tratar de la “curiosidad”, como esa facultad del ser humano y de muchos animales, que consiste en tratar de saber más sobre algo que, de alguna manera, llama su atención…

 

Un animal “curioso” por excelencia, es el gato. Sí, el mismo que “curiosea” dentro de cuanta bolsa o caja encuentre en su camino, logrando recordarnos esa frase característica: “La curiosidad mató al gato”. El ser humano ha ido avanzando en la Historia gracias a la curiosidad. Curiosidad por saber de todo, desde el por qué las estrellas brillan en la noche, hasta de dónde viene la costumbre, básicamente hispánica, de usar dos apellidos. En el medio y a los costados, arriba y abajo hay miles y miles de preguntas sobre los temas más variados y la curiosidad es algo importantísimo para quien quiera trabajar en creatividad publicitaria, ya que tiene el deber de saber acerca de lo que está informando –porque es informar de una manera atractiva lo que hace- y esto se consigue gracias a la curiosidad. La pregunta “¿Por qué?”, es vital, importantísima, crucial…

 

Ser curioso nos permite conocer y serlo acerca de lo que acabamos de conocer, es una cadena, que yo llamaría virtuosa, y que ampliará nuestro saber y permitirá que cada vez, comuniquemos más eficientemente. Por esta razón soy un convencido que la curiosidad natural de un niño, hay que estimularla y dar respuesta cierta a sus preguntas, aunque muchas veces sus repetidos “¿Y por qué, ah…?” nos saquen de quicio. Pensemos que es su manera de saber, de conocer algo que llama su atención, y si no conocemos la respuesta, un “¡Ya cállate!” no es sino una demostración de “incultura” propia y falta de paciencia. Esa pregunta cuya respuesta ignoramos, debe hacer que NOSOTROS averigüemos y así hagamos crecer nuestro conocimiento…

 

¿Y qué era lo que quería saber el gato…?

 

Seamos curiosos. No nos quedemos con la duda. Nadie puede crear nada, acerca de aquello que desconoce.

 

 

Imagen: https://www.freepik.es

martes, 24 de mayo de 2022

DISPARAR

 

La publicidad me enseñó a “disparar” y a hacerlo correctamente, para dar en el blanco la mayor cantidad de veces. Es cierto que también fallé, pero por lo que recuerdo, sucedió al principio y luego fui adquiriendo práctica, porque “disparaba” a diario, varias veces y con la repetición y el tiempo, afiné mi “pulso” y me convertí no en un maestro, perdonen la inmodestia, sino en un verdadero “experto” …

 


Mis armas no fueron ni arco y flecha, tampoco pistola, fusil, jabalina o lanza, sino la máquina de escribir y mis balas o proyectiles fueron las palabras, y la publicidad me enseñó a usar con destreza, eso que todos utilizamos para comunicar. Sí, aprendí a hacer “diana” muchas veces seguidas y en esto de aprender, tuve grandes maestros y de algunos leí sus libros, mientras que, de otros, a los que tuve cerca, tengo –lo digo una vez más- que agradecer su paciencia para ver lo que escribía y corregirme incesantemente…

 

Aprendí a ahorrar balas, a no “disparar” a tontas y a locas, sino a tomarme el tiempo necesario y aguzar la vista para hacer “blanco en uno”. Es decir, traté de que cada “disparo” fuera un blanco perfecto… Tuve (y tengo) siempre en cuenta el valor de cada palabra, de cada “bala”, porque la economía en asuntos de “munición” es realmente importante en publicidad. Decir lo máximo con lo mínimo es la consigna y que lo obtenido –repito- dé en el blanco, es decir que sea atractivo, absolutamente inteligible, informativo y convincente …

 

Parece sencillo, pero requiere entrenamiento y voluntad. Entrenamiento, porque hay que “disparar” muchas veces y voluntad, porque a pesar de las fallas y equivocaciones, hay que seguir tratando.

 

Ahora, cuando miro en retrospectiva las “campañas” en que participé y lo que se convirtió, de nerviosismo inicial en un disfrutar permanente y alegre (casi una sana “adicción”), pienso que soy muy afortunado, porque aprendí a hacer algo que me gustó y me sigue gustando, más de cincuenta años después, porque aunque ya no tenga “obligaciones profesionales”, me entretengo en plantear cómo haría yo, determinada pieza publicitaria y sí, convengo en que yo, no lo haría mejor…

 

Imagen: https://www.pinterest.com.mx

miércoles, 18 de mayo de 2022

SOÑAR, IMAGINAR… ¿CREAR?


 

Uno sueña, deja volar la imaginación, que como decía santa Teresa de Jesús, es “la loca de la casa” y muchas veces se pierde, viaja lejos, llega a lugares y “vive” situaciones que son… ¡Inimaginables!

 

Soñar, imaginar, pero ¿sería correcto decir “crear”?

Siempre he sabido que la creación es un acto de la voluntad, que involucra a la imaginación y a los sueños, producto de esa maravillosa “máquina” que es nuestro cerebro, a la cual le hacemos tan poco caso y utilizamos “sin pensarlo”; funciona nomás y nos hacer ser lo que somos y permite en nosotros todo eso que se llama vida. Regula “automáticamente” las células, el torrente sanguíneo, la digestión y todas esas “minucias” que componen el cuerpo humano y permite que nos relacionemos, porque ve, oye, huele, toca y habla, pero por sobre todo… ¡piensa!

 

Y esa maravillosa “máquina” que nos permite PENSAR, es la que nos hacer SER. Sí, somos el cuerpo humano, pero sin el cerebro y sus complejidades infinitas, no somos SERES HUMANOS.

 

Definitivamente, estas son disquisiciones y temas que tienen profundidad, que son producto del cerebro y casi nunca –o muy pocas veces- reparamos en ellas …

 

Y se preguntarán ¿por qué este loco escribe sobre tales cosas, en un lugar donde se supone que se trata de comunicación y de publicidad…? Es que la creación, que como ya dije involucra a los sueños, a la imaginación y es un ACTO DE VOLUNTAD, es precisamente la base de la comunicación publicitaria (además de ser la raíz del arte, entendido como literatura, pintura, arquitectura, etc), la que no existiría sin la creación. Y les cuento, que me siento muy orgulloso de ser un creador publicitario (“creativo”, le dicen) dedicado a soñar, imaginar y a eso, a crear o producir ideas con el fin específico de comunicarlas a públicos disímiles y numerosos… Me parece maravilloso (como eso a lo que yo llamo “máquina de pensar”, que es el cerebro) poder hacerlo y haberlo hecho casi todos los días durante más de cincuenta años.

 

Si me preguntaran, diría que sí, soy un soñador imaginativo, que crea para eso llamado publicidad…

 

Imagen: manolo pensando