Una
mañana, temprano, llegué a la oficina de la agencia de publicidad donde era
director creativo y al pasar por arte, me pareció ver un poco de desorden, me
acerqué a uno de los tableros de dibujo, que estaba contra la pared del fondo y
en la semioscuridad noté algo “raro” debajo de este; al mirar bien, vi que
había alguien abajo, evidentemente durmiendo; le pasé la voz, despertándolo con
un zamaqueo y soñoliento, se desperezó, saliendo de su sueño el hombre de arte,
dueño del tablero, y me explicó entre bostezos, que como había un trabajo
urgente, hubo de terminarlo y para cuando acabó era tan de madrugada que no
valía la pena regresar a su casa –vivía lejos- y se acomodó debajo de “su”
tablero, para “echar una dormidita” …
Sonreí
en ese momento y ahora pienso que esa es una verdadera muestra de amor por la
publicidad, una prueba de “llevar la camiseta” y llegar hasta lo último, con
tal de cumplir con el deber …
Me
digo, que cuántas muestras de ese cariño por la profesión habrá habido y
probablemente haya, que no conocemos, que tal vez ni imaginemos. La cantidad de
horas robadas al sueño, preparando una campaña o terminando un aviso, que de
pronto son incontables, demuestran cariño y un perfeccionismo especial por lo
que se hace …
Estoy
seguro que esto es algo que les sucede a los profesionales de diferentes ramas,
pero a mí me ha tocado ser testigo de excepción de ello en la publicidad y lo
siento muy adentro, porque después de todo, más de cincuenta años y haber visto
situaciones así, como se dice, “no es moco de pavo”
Imagen: https://www.freepik.es