Muchas
veces cuando no queremos hacer algo, o lo hacemos a desgano, o ponemos excusas
que nos “impiden” hacerlo …
Como
ejemplo, recuerdo que en una agencia donde trabajaba como director creativo, un
cliente importante y que recién iniciaba su relación comercial con la agencia,
nos pidió lanzar un producto, para un mercado dominado por una marca que ya era
tradicional y casi sinónimo del producto.
Lo
primero que había que hacer era un afiche grande, para después ir a tv, radio y
paneles (internet no existía en el Perú entonces), por lo que se comenzó a
trabajar el proyecto, bocetando el afiche; a los varios días, cuando le pedí al
director de arte ver el material, me mostró un afiche con el fondo amarillo,
que era el “color símbolo” del
producto de la competencia, al hacérselo notar y decirle que ese color era
desafortunado y que el color predominante de nuestro producto era el rojo, me
respondió, sin pestañear: “Es que era el
único color de mis plumones que tenía tinta suficiente para ese fondo…”
Como
se comprenderá, me pareció tonta la respuesta y propia de alguien a quien le da
flojera hacer algo; podría hacer el fondo no con plumón, sino con témpera, por
ejemplo, o decir que se le habían acabado sus plumones (los famosos “Design”) y que necesitaba unos nuevos
para trabajar…, sin embargo, optó por la “rapidez”
y echó mano de lo que le “facilitaba”
la labor (“¿la témpera…? Necesita secar…”).
La
requintada de mi parte no se hizo esperar y de inmediato le pedí cambiar el
bilioso color y le “prohibí” usarlo
en cualquier material para ese cliente. De veras, el asunto me pareció bien
poco profesional y que la “excusa” esgrimida
era muy boba …
Y es
que, en esto de las excusas, existe una variedad infinita, e infinitamente
tontas, sin sentido o que traslucen ociosidad; en otra agencia de publicidad,
donde también fui director creativo, uno de los redactores tenía como encargo
escribir una “familia” de avisos de
prensa, es decir que eran varios motivos bajo un mismo “paraguas”, que los uniera, además
-como es lógico- con el mismo slogan de marca para todos …
Cuando
el redactor me mostró su trabajo, vi que eran varios titulares y tres o cuatro
alternativas para el slogan. Lo que faltaba era el texto para los avisos,
correspondiente a cada titular. Cuando se los pedí, para verlos, el redactor me
dijo con cara de superioridad aburrida: “¿Los
textos…? Se entiende, pues…”. No había ni intentado redactarlos. Pura
flojera. Huelga decir cuál fue mi reacción, censurada aquí porque las palabras
fueron más bien gruesas …
La
dejadez y la flojera son enemigas de algo tan veloz como es la publicidad y soy
un convencido que las cosas a medio hacer o mal hechas, con estas enemigas
sobre los hombros, a mí, por lo menos, me producen rabia Y no es que tenga mal
genio, sino que es algo que siento como una provocación.
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