Estoy
seguro que si algún ex alumno de mi curso de Creatividad en el Instituto
Peruana de Publicidad –IPP- ve el
título de este artículo, sonreirá, recordando su extrañeza, cuando el profesor
(o sea yo), l planteó en clase, hacer un ejercicio creativo y de presentación
de campaña de algo raro, con el nombre extraño –medio de ciencia ficción- de un
producto inexistente, promovido por una empresa (claramente ficticia) llamada
“Stupid Enterprises”, que tenía su sede en Arequipa …
El
“Robotarium”, era, según definición, lo que los gringos llaman “a piece of
conversation”, algo que no sirve para nada en realidad, sin utilidad alguna,
salvo servir como tema sobre el cual conversar: la incubadora de robots.
El
Robotarium constaba de un contenedor/protector/visor, que era un cilindro de
plástico transparente, de unas dos cuartas de alto, con tapa y base de también
de plástico, pero color negro, que tenía dentro una “cama” de viruta de acero,
sobre la que descansaban tres esferas sólidas de acero, que eran “huevos de
robot”, que, según la información provista, eclosionarían en 200 años, dando
nacimiento, cada esfera/ “huevo”, a un pequeño robot.
Como
el tiempo estimado para la eclosión de los “huevos” superaba la vida normal del
ser humano propietario del “Robotarium”, se proveía de un “Certificado de
Propiedad”, documento que serviría para que el artículo pudiera pasar de
generación en generación, como una herencia, hasta que ocurriera el nacimiento
de los robots …
Repito
que el “Robotarium” no servía para nada, salvo tal vez de adorno o como una
curiosidad excéntrica; todo, por supuesto, era pura ficción, pero tenían que
preparar una campaña publicitaria para venderlo y efectuar la presentación en
clase, grupo por grupo, con los demás compañeros y el profe como público; por
supuesto, también había que redactar y diseñar el “Certificado de Propiedad”.
Recuerdo
como nos divertimos con las presentaciones de campaña, para las cuales algunos
grupos montaban previamente una escenografía y adornaban el salón …
Era
increíble ver la manera creativa con la que abordaban el tema, con puntos de
vista y propuestas publicitarias distintas, que se expresaban en diversas
piezas como afiches, avisos, folletos, comerciales para la televisión y la
radio, dejando volar la imaginación, y todo, alrededor de algo ficticio …
El
“Robotarium” fue un trabajo loco, extraño, pero quizás por eso, muy popular y retador,
que después dio paso a productos como la pastilla que producía orina luminosa,
el libro con todas las páginas en blanco y otras “locuras” que, en general,
buscaban aguijonear la creatividad publicitaria haciendo que compitieran con
ideas que podían “aterrizar” en piezas de comunicación dirigidas a un
hipotético grupo objetivo …
¿Quién
dijo que uno no se divierte, creando para publicidad?
Imagen: https://www.freepng.es
Manolo Echegaray