miércoles, 27 de octubre de 2021

EL PRIMER LIBRO PERUANO DE ¡5 METROS!

 5 metros de poemas es un poemario de Carlos Oquendo de Amat, escrito entre 1923 y 1925 y publicado por primera vez en Lima, en 1927 por la editorial Minerva.



Es el único poemario del autor, que recoge 18 poemas. Fuera de él solo publicó unos pocos poemas en revistas de la época, como Amauta (revista). Se trata de un libro-acordeón ya que, literalmente, se abre mostrando sus "cinco metros de poemas". Existe una advertencia, antes del primer poema titulado "Aldeanita", en la que el autor dice: "Abra el libro como quien pela una fruta" 5 metros de poemas es un poemario llamativo por su variedad visual, por sus contenidos de veloz lectura y por la originalidad en la diagramación, utilizando formas y palabras ágiles, adelantándose a su época. Según Carlos Germán Belli, la concepción de este libro tiene su punto de partida en el pensamiento de Jean Epstein, quien, en un estudio sobre la poesía vanguardista afirmó: "Antes de cinco años se escribirán poemas cinematográficos: 150 metros y 100 imágenes en rosario en un hilo que seguirá la inteligencia". Este libro se incorporó desafiante a la corriente vanguardista, caracterizada por una intención renovadora, de avance y exploración.

martes, 26 de octubre de 2021

NO SE PUEDE COMUNICAR LO QUE SE DESCONOCE (Por Manolo Echegaray)

 A veces se piensa que el oficio de redactor en publicidad es algo sencillo, que la plata “entra bien fácil”, porque se trata de “escribir nomás” …

 


No es que sea un ejemplo, pero a mí me costó mucho ser redactor publicitario, la plata entraba con cuentagotas y eso de “escribir nomás” es mucho decir, porque la real realidad es que para escribir se tiene que aprender a hacerlo; para aprender a escribir hay que leer mucho, de todo, constantemente, hay que conocer el idioma con sus reglas y vericuetos, hay que aprender a escribir para publicidad y además de todo lo anteriormente dicho, tener la información necesaria …

 

La “materia prima” de un redactor de publicidad, como la de todos los que escriben, es la palabra y a ellas, hay que saber acomodarlas, jugar, darles el valor adecuado, además de – lo diría- casi, hay que acariciarlas …

 

“manejar” la materia prima y convertirla en algo usable, atrayente y convincente es un trabajo lleno de errores y algunos aciertos, con avances y retrocesos, tachaduras y borrones. Es usar la palabra justa y ajustar el número de palabras, tratando de que lo escrito sea un bocado rápido y a la vez sabroso; que deje un buen sabor y provoque …

 

Escribir para publicidad, requiere saber que, si se puede usar dos palabras para decir algo, tres resultan una multitud innecesaria y gritona …

 

Finalmente, lo más importante y que da pie al título de este artículo: HAY QUE SABER ACERCA DE LO QUE SE ESCRIBE, porque definitivamente nadie podrá escribir sino tonterías, sobre algo que, como se dice, “no conoce ni en pelea de perros” …

 

Es que escribir para publicidad, es comunicar y no se puede comunicar lo que no se conoce.

 

 

Imagenhttps://za.pinterest.com

 

lunes, 18 de octubre de 2021

EL ROBOTARIUM


 


Estoy seguro que si algún ex alumno de mi curso de Creatividad en el Instituto Peruana de Publicidad –IPP- ve el título de este artículo, sonreirá, recordando su extrañeza, cuando el profesor (o sea yo), l planteó en clase, hacer un ejercicio creativo y de presentación de campaña de algo raro, con el nombre extraño –medio de ciencia ficción- de un producto inexistente, promovido por una empresa (claramente ficticia) llamada “Stupid Enterprises”, que tenía su sede en Arequipa …

 

El “Robotarium”, era, según definición, lo que los gringos llaman “a piece of conversation”, algo que no sirve para nada en realidad, sin utilidad alguna, salvo servir como tema sobre el cual conversar: la incubadora de robots.

 

El Robotarium constaba de un contenedor/protector/visor, que era un cilindro de plástico transparente, de unas dos cuartas de alto, con tapa y base de también de plástico, pero color negro, que tenía dentro una “cama” de viruta de acero, sobre la que descansaban tres esferas sólidas de acero, que eran “huevos de robot”, que, según la información provista, eclosionarían en 200 años, dando nacimiento, cada esfera/ “huevo”, a un pequeño robot.

 

Como el tiempo estimado para la eclosión de los “huevos” superaba la vida normal del ser humano propietario del “Robotarium”, se proveía de un “Certificado de Propiedad”, documento que serviría para que el artículo pudiera pasar de generación en generación, como una herencia, hasta que ocurriera el nacimiento de los robots …

 

Repito que el “Robotarium” no servía para nada, salvo tal vez de adorno o como una curiosidad excéntrica; todo, por supuesto, era pura ficción, pero tenían que preparar una campaña publicitaria para venderlo y efectuar la presentación en clase, grupo por grupo, con los demás compañeros y el profe como público; por supuesto, también había que redactar y diseñar el “Certificado de Propiedad”.

 

Recuerdo como nos divertimos con las presentaciones de campaña, para las cuales algunos grupos montaban previamente una escenografía y adornaban el salón …

 

Era increíble ver la manera creativa con la que abordaban el tema, con puntos de vista y propuestas publicitarias distintas, que se expresaban en diversas piezas como afiches, avisos, folletos, comerciales para la televisión y la radio, dejando volar la imaginación, y todo, alrededor de algo ficticio …

 

El “Robotarium” fue un trabajo loco, extraño, pero quizás por eso, muy popular y retador, que después dio paso a productos como la pastilla que producía orina luminosa, el libro con todas las páginas en blanco y otras “locuras” que, en general, buscaban aguijonear la creatividad publicitaria haciendo que compitieran con ideas que podían “aterrizar” en piezas de comunicación dirigidas a un hipotético grupo objetivo …

 

¿Quién dijo que uno no se divierte, creando para publicidad?

 

Imagen: https://www.freepng.es

 

Manolo Echegaray

martes, 12 de octubre de 2021

NO TODO ES UNA ANÉCDOTA

 


La publicidad, contada por alguien que la ha ejercido, en el área creativa, por ejemplo, suele ser una sucesión de anécdotas, especialmente cuando se trata de contarla a otros…

 

Entonces, la vida se parece convertirse en anecdótica y no reviste importancia, pero sin restarle ningún valor a las anécdotas, la vida del publicitario es muchísimo más que momentos recordados y que se ensartan como cuentas en un collar o tal vez en un rosario…

 

La vida, para quien, como es mi caso, ha transitado por el camino de la publicidad por medio siglo, ha sido un constante desafío, un tratar de adelantarse, convirtiéndolo casi todo en algo “para ayer” y sentir que las manecillas del reloj empujan y el calendario es un vertiginoso enjambre de días que se suceden sin piedad …

 

Resulta que todo empieza con una inocente “orden de trabajo”, que esconde dentro algo desconocido, pero “urgente” y que es seguida detrás por otras, que deben ser millares, porque se pierden de vista en la lejanía del futuro …

 

Sí, la “orden de trabajo” va marcando la vida profesional y convierte a los días en enjambre y enloquece a los relojes, cuyas manecillas y números se convierten en inimaginadas pesadillas …

 

Puede parecer un asunto banal, visto desde fuera, pero la “orden de trabajo” da inicio a esa carrera que supone el acopio de conocimientos sobre temas variados y a veces abstrusos, decisiones de cómo comunicar algo a personas distintas y lograr que éstas, no solamente entiendan el mensaje, sino que se sientan impulsadas a la acción positiva; en dos palabras, a usar o a comprar, porque, perdonen, la publicidad, de cara al público, no puede ser meramente informativa. Ha de producir resultados y estos deben poder medirse.

 

La “orden de trabajo” es el pistoletazo de salida para una carrera y sonarán muchos pistoletazos, uno tras otro o varios a la vez y el corredor tendrá que estar en forma e ingeniárselas, porque participa en todas y no puede perder una, sino ganarlas siempre …

 

A veces me pregunto cómo se “aguanta” tanta presión y me digo que es por la alimentación y también por la recompensa, porque uno engulle conocimientos que van satisfaciendo el hambre, la necesidad de saber y al final, la victoria alcanzada, el éxito, premian al corredor, aunque falten muchas carreras más que hay que correr y, por supuesto, hay que irlas ganando todas.

 

Aumentar el saber y sentir la palmadita en la espalda que nos da la victoria esos han sido, lo confieso, mi motor y “secreto”…

 

Imagen: https://significado.com

martes, 5 de octubre de 2021

CAMBIO DE TECLADO

 


Cuando empecé en esto de la publicidad, el escritorio que me asignaron en McCann, tenía dentro un secreto que, lo confieso, me asombró y fascinó… Me enseñaron que empujando un asa metálica que estaba al borde de lo que evidentemente era la superficie plana “de arriba, esta se daba vuelta y aparecía una máquina de escribir, mecánica, marca “Royal”, como por arte de magia. La máquina, claro, estaba atornillada a la cara interna de la superficie de madera, para que no se cayese al hacer el movimiento inverso, que volvía a “convertir” el mueble, en un escritorio con la superficie libre para escribir a mano, poner papeles, libros, etc.

 

Cuento esto, porque para mí fue la primera vez que veía lo que tal vez era bastante común, porque le llamaban “escritorio de periodista”, aunque para ser sincero, en mis muchas visitas a periódicos en esa época, nunca vi uno así de “mágico” …

 

Mi primera máquina de escribir o “teclado”, en esta profesión, fue pues una máquina mecánica y metálica, pintada de un color marrón clarito. Era, evidentemente, la “herencia” del redactor anterior y no estaba nueva (lo último que hubiera podido pedir alguien a quien la daban la “oportunidad” de ser redactor y un mes de plazo para “demostrar” que servía, era una máquina de escribir nueva), pero esa fue mi primera “arma” en esta profesión (porque aprobaron que me quedara en el puesto), que “cargaba” con hojas de papel “bulky”, que llegaba al departamento de medios como “Informes de Competencia” (listado de toda la programación de los dos o tres canales de TV, con la aparición de las “tandas comerciales”, su contenido y duración, impresas a mimeógrafo) y que utilizaría como papel para escribir, empleando el revés de las hojas (el que no estaba impreso).

 

Cuento todo esto con detalle, porque era un mundo el que descubría, asumiendo una responsabilidad de la que no me di cuenta hasta después, porque en ese momento no se me ocurrió pensar que mis palabras se convertirían en avisos, que serían vistos y leídos por miles de personas y que tal vez influyeran en sus decisiones y/o preferencias…

 

El de una “Royal” fue mi primer “teclado” profesional y cambié al tiempo de agencia, pero mi “arma” fue nuevamente una máquina de escribir mecánica, lo mismo que en las varias agencias publicitarias en las que fui recalando después, hasta que ya en “Mayo FCB”, tuve el primer cambio de “arma”, de una mecánica, a una automática, porque empecé a usar la computadora…

 

Debo decir, en honor a la verdad, que en mi casa también fueron mecánicas mis máquinas de escribir, hasta que justo, en esa época (y maravillado por las posibilidades de “la compu”), un préstamo que me hizo la oficina, me permitió comprar una personal para casa….

 

No voy a extenderme mucho más, sino que quería que corroboraran que soy uno de esos dinosaurios de la edad analógica, que pasó a la era digital y que ha vivido una evolución que amplió el mundo, convirtiéndolo en un pañuelo; todo, hay que decirlo en mi caso, caminando por la senda de la publicidad.

 

Imagen: Internet