Para quienes no sepan lo que es el “napalm”,
aquí está la explicación, según Google: “El napalm o gasolina
gelatinosa produce una combustión más duradera que la de la gasolina simple.
El napalm es un líquido inflamable usado en la guerra. Se pega
a la piel y causa severas quemaduras cuando se incendia.”; esta, un arma tremenda, fue muy usada por los
norteamericanos en la guerra contra Vietnam (que no pudieron ganar...).
Hecha esta precisión con respecto al título, diré que “yo comí napalm” … Es decir que cuando comí lo que comí, sentí que lo había hecho, porque NUNCA algo me había producido un ¿cómo decirlo…?, ardor, picor, sensación de fuego en la boca, lagrimeo y desesperación ...
Dirán que esto nada tiene que ver con la publicidad, pero es un buen ejemplo que demuestra la manera en que se entrelazan las cosas: Remontémonos a un montón de años atrás, cuando yo trabajaba por mi cuenta como creativo freelance de publicidad y tenía como cliente a la empresa japonesa de artefactos “National-Panasonic” y a uno de los mayores distribuidores de la marca de vehículos “Toyota” …
El gerente de este cliente me invitó a almorzar, por supuesto, comida japonesa. Era “mi primera vez”, porque del chifa, o restaurantes de comida china, era un comensal asiduo, pero lo la “manduca” japonesa, era un misterio para mí… ¡Un verdadero misterio oriental!
Fuimos pus, a un ya famoso restaurante japonés,
que quedaba en la avenida Canadá… Como debe ser (lo entendí después”, nos
sentamos ante la barra, que tenía un par de sitios vacíos y mi amigo saludó familiarmente
al japonés, que era uno de los tres detrás de la barra, y pidió… Yo diré que
para mí era chino, pero en realidad era japonés y tampoco entendía ni michi…
Nos pusimos a conversar, mientras nos servían y
Toshiro Konishi (“Toshi”), que nos
estaba atendiendo, puso lo que era “sushi”,
o “rolls”, en lo que explicó (para
mí, que era lego, evidentemente, y seguro tenía cara de serlo) era una
variedad; tres “tablitas”, con rollitos
perfectamente alineados, en lo que me pareció una gran cantidad… Al lado, puso
dos platitos para cada uno: algo verde, con pinta de palta, y otro con un
líquido oscuro, que era evidentemente sillau, esa salsa imprescindible en la
comida china (que, mira tú, también usaban los japoneses). Distraídos con la
conversa, “Toshi” me dice: “Pon “gari” (lo verde, señaló) en sillau y moja ahí sushi…”. Hice lo
que me indicaba y seguimos conversando, cuando –lo recalco- distraído, mojé uno
de los rollos en el líquido del platito, sin mirar, y me lo llevé a la boca…:
¡Ahí ardió Troya!
Fue una sensación indescriptible, tremenda, ¡supercalifragilísticaespialidosa…! ”¡Agua
… ¡Agua
…!”, atiné a pensar…
Cuál sería mi cara, que “Toshi” se rió y me dijo: “¿Mucho
picante…?”, meneando la cabeza. Lloroso, miré el platito de sillau donde
había puesto TODO el “gari” verde y
el color marrón oscuro, casi negro del sillau, era ahora un líquido de color
crema… ¡Como sería de fuerte el mentado “gari”,
que había hecho reaccionar al sillau, que cambió de color…
Fue “mi
primera vez”, mi estreno con la comida japonesa, que después se convirtió
en una de mis favoritas, tanto, que tuve años más tarde, como cliente, en “Abril Publicidad”, un restaurante
japonés, en San Isidro, el “Sushi Ito”,
donde iba de lunes a viernes, al terminar mi jornada de trabajo, por las
noches, a tomarme unos whiskies, a conversar con el “itamae” Sergio, con Celso, el dueño, si es que estaba, y a
disfrutar del “sushi” y el “sashimi”, que hasta ahora me siguen
pareciendo insuperables…
¿Tiene esto algo que ver con la publicidad…? Bueno,
Japón ha sido una curiosa constante en mi vida profesional… Primero, tuve como
cliente a “National”, luego a una
empresa de electricidad de propietarios japoneses, después al “Sushi Ito” y más tarde a “Toyota” misma, para el rubro de automóviles
usados/repuestos… Aprendí muchísimo, porque desde que empecé con “National-Panasonic”, me encontré con una cultura distinta, con códigos
propios, bastante diferentes a lo que estaba acostumbrado como occidental…
Permítanme decir que me fascinó y me “empapé”
todo lo que pude, leyendo, conversando con mis clientes y hubiera querido
viajar al Japón, pero nunca tuve la oportunidad de hacerlo…
La historia es muy larga, pero empezó con lo
que yo defino como “el sabor del napalm”
y es una muestra de que quien trabaja en publicidad, debe estar preparado
absolutamente para todo…
¿Vieron que hay relación…?
Imagen: dreamstime.com