martes, 28 de junio de 2022

El archivo Maravilloso

 

Todos tenemos como propiedad personal un archivo, que solamente puedo tildar de maravilloso, o con algún otro adjetivo positivo y verdaderamente grande …

 


Se trata de la memoria, la misma que las computadoras y la tecnología tratan de emular, consiguiendo avances inmensos como hace unos años no podríamos imaginar, pero especialmente en lo que se refiere a capacidad.

 

Nuestra memoria, nuestro archivo, tiene una capacidad que en verdad no llegamos, creo, a conocer … Antes se decía que “los elefantes nunca olvidan” y que, si un hombre tiene una gran memoria, esta es “memoria de elefante” …

 

Es un misterio como el cerebro almacena en la memoria, las “fichas” de ese archivo que se va juntando y que tal vez se olvide por un tiempo, pero está ahí, guardado y hay cierto mecanismo, que es propulsado generalmente por lo que perciben los sentidos y que produce lo que se llama un “recuerdo”, que no sería otra cosa que la ubicación y “desempolvamiento” de una ficha del archivo, que muchas veces encadena otras fichas o recuerdos más …

 

Ahora bien, ¿esto qué tiene que ver con la publicidad? Es sencillo y complejo a la vez, porque la publicidad es percibida por el cerebro y aquí se pone en actividad aquello que, por más que nos lo expliquen no llegamos a entender bien… Son reacciones químicas y eléctricas que se producen en ese que es el órgano más importante del ser humano: El cerebro. Se “pone en marcha” (es un decir, porque el cerebro no descansa) y pensamos. Aquí interviene de todo y entre mucho, la memoria, produciendo recuerdos. Esos recuerdos que afloran cuando la publicidad “da en el blanco” y nos hacen actuar de manera determinada …

 

Perdonen si no he sido muy claro, pero quería enfatizar el uso de los recuerdos, “dormidos” en la memoria por la publicidad, para lograr su cometido. Ahí creo que está la clave de las historias, tan poderosas y que parecen haberse dejado de utilizar …

 

A veces parece cosa de magia y yo me siento aún después de más de cincuenta años de publicista, como un aprendiz de mago … ¡Es que uno nunca termina de aprender°!

 

 

Imagen: https://www.alamy.es

lunes, 20 de junio de 2022

El boom

 

Para todo el que haya tenido contacto con la radio o la televisión antiguamente, un “boom” (bum) es el micrófono grande, omnidireccional, que en la tele estaba fuera de cámaras, colgado, en un trípode con ruedas que permitía moverlo y que en la radio, colgaba del techo de la cabina …

 


Pero es a otro “boom” al que quiero referirme y este término define aquí lo que es un éxito (como el “boom” de la literatura latinoamericana, de hace un tiempo). Algo que es “grande”, una verdadera explosión …

 

Es l “boom” que se vive desde hace varios años, de las comunicaciones, entendidas como una carrera universitaria, no con la tecnología que la permite. Las comunicaciones se volvieron “la carrera de moda”, la especialidad que había que seguir si uno quería ser “moderno”; profesiones como la ingeniería, el derecho, la antropología, la medicina y otras, no eran muy “fashion”. Había que ser “comunicador” y así nacieron como hongos después de la lluvia, las facultades universitarias de la especialidad y los institutos superiores que ofrecían educación en esta rama …

 

A los periodistas se les llama, correctamente, “comunicadores”, y también a los que profesan la publicidad, y ahora pareciera que los comunicadores abundan y uno se en encuentra con comunicadores egresados de esa carrera, que laboran en muchas cosas que nada tienen que ver con lo que estudiaron. Es verdad que uno puede encontrar ingenieros o abogados como taxistas, por ejemplo, pero tal vez porque yo he estado toda mi vida profesional dedicado a la comunicación publicitaria (sin estudios universitarios ni título alguno, hasta que la Universidad Católica, hace diez años, me otorgó el título “honoris causa” por currículum distinguido), es que me “fijo” más en los comunicadores y creo que hay un sobre abundancia de estos, lo que no le hace ningún bien a la profesión, porque los niveles educativos de muchos, no son los que debieran ser …

 

El asunto es que comunicar es tan “común” y todo el mundo comunica, que estudiar en una universidad para hacerlo, parece una tontería, pero el comunicador profesional tiene mucha mayor responsabilidad que cualquiera que comunique “normalmente”, pues a quienes comunica, es decir los receptores, son generalmente muchísimos y hay que SABER llegar a ellos, conocer el QUÉ, el COMO y el CUÁNDO. No es cosa de poca monta y la abundancia de comunicadores, no asegura una BUENA comunicación …

 

Y el mundo en general y especialmente el Perú, precisa de ella para que las diferentes crisis que vivimos en este tiempo, se entiendan y se pueda abordar sus soluciones. Si no se comunica BIEN, se conoce MAL, o a medias y eso impide actuar.

 

Imagen: https://www.agrositio.com.ar

miércoles, 15 de junio de 2022

LAS PALABRAS ANDANTES*

 

Sí… Otra vez las palabras…

 


Las palabras, lo he dicho varias veces, han sido mi “materia prima”, esa que me ha permitido construir innumerables piezas de comunicación publicitaria, a lo largo de mi más de medio siglo de actividad…

 

Con las palabras, he llegado a muchísima gente     –mucho más de la que hubiese siquiera imaginado- con mensajes construidos por encargo y que fueron totalmente diferentes uno del otro, tratando de que la originalidad primara, sobre todo, en cada caso …

 

Y el título que me he prestado, viene a cuento, porque siempre me pareció una buena manera pata describir a las palabras; esas que, como el Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de La Mancha, de Cervantes, van de un lado para otro, viviendo aventuras y provocándolas, con la imaginación. Para completar el símil, digamos que yo he sido el compañero de esas palabras andantes; el Sancho Panza, que con su pachocha ha disfrutado de los sueños y fantasías, que ellas le permitieron. 

 

Hemos recorrido un camino largo, variadísimo y doy gracias a las palabras por haber dejado que las acompañara en estos viajes maravillosos, donde aprendí tanto de ellas. Las palabras han sido mis maestras y confieso que mi vida no tendría sentido si es que ellas no me hubiesen guiado.

 

*El título de este pequeño artículo, es el mismo que el del maravilloso libro de Eduardo Galeano, que me he atrevido a usar y recomiendo leer, aunque su contenido no tenga nada en común con lo aquí escrito, salvo claro, las palabras.

 

Imagen: https://blog.prezi.com/es

 

Manolo Echegaray.

 

lunes, 6 de junio de 2022

ESCRIBIR ES COMO RESPIRAR

 


Respirar es normal y automático.

En el momento que uno deja de hacerlo, por un rato, siente que se ahoga y le falta aire…

 

Con esto de escribir, durante más de cincuenta años - lo cual es mucho tiempo-, me ha pasado igual. Trabajando en publicidad, cuando no tenía uno o varios encargos de redacción creativa, me “ahogaba” …

 

Puede parecer una tontería, pero más que un medio de vida, escribir para publicidad ha sido la verdadera forma de vivir para mí. Un modo de vida. Desde que di mis primeros pasos en el oficio, en un McCann que me enseñó a caminar en la publicidad, no paré de hacerlo durante esos más de cincuenta años …

 

Es que ni me di cuenta de la miríada de cosas que iba haciendo –la mayoría muy divertidas- porque eso es, me entretuve mucho escribiendo entonces, y recordar ahora me da un cierto calorcito de satisfacción que es muy agradable. No sé si le podamos llamar el sentimiento de “el deber cumplido” o la satisfacción de hacer algo que me gustó, me fue gustando cada vez más y se convirtió en un asunto tan necesario como respirar …

 

Estoy seguro que lo que aquí digo suena exagerado o que “miro las cosas color de rosa”, pero es en resumen la historia de mi vida profesional. Porque –gracias Dios- siempre hice lo que me gustó. Siempre me sentí bien y que mi trabajo servía en verdad para algo, con resultados que se podían ver y hasta medir… Aprendí a apreciar el buen trabajo, por sus resultados y que las encuestas no mentían …

 

Esto es algo que siempre dije –y no me dejarán mentir- a mis alumnos, a los que traté se transmitir el entusiasmo que sentía y les decía que cuando un lunes por la mañana se despertaran, si pensaban: “¡Es lunes…! ¡Tengo que levantarme…! ¡Tengo que ir a trabajar…!”, cambiaran de inmediato de trabajo, porque este debía ser algo que gustara. Que se sintiera placer haciéndolo…

 

El trabajo que a uno le gusta, es diversión, no trabajo y yo me divertí mucho trabajando. Perdón y corrijo: nunca sentí que “trabajaba”.

 

 

Manolo Echegaray.

 

 

Imagen: https://sp.depositphotos.com