viernes, 24 de septiembre de 2021

CONFIESO QUE HE LEÍDO

 


Sustraigo parte del título de memorias (escritas en vida) de Pablo Neruda, “Confieso que he vivido”, con mil disculpas a uno de los más grandes poetas de la lengua castellana y de Latinoamérica, pero no he resistido hacerlo…

 

Es verdad. Confieso que he leído, mucho; que sigo y seguiré leyendo mientras pueda. Ese, diría yo, es mi secreto. El que explica por qué puedo escribir. El que me hizo redactor publicitario. El secreto que fue descubriendo para mí el universo. El que me hizo explorador de sillón, aventurero de sala, cosmonauta de mesa…

 

 

Lo que he leído y leo es casi nada en relación con lo que se ha escrito y poquísimo si tratara de compararme con cualquier lector baqueano confeso…

 

Decía que es “mi” secreto, porque gracias a la lectura de cuanto libro cayese en mis manos, he podido hacer que mi vocabulario creciera y continúe haciéndolo; me permite conocer el valor y la fuerza de cada palabra, el efecto que una frase causa y permite que me asome a ese universo que es la mente humana…

 

Como ven, “mi” secreto es lo que se diría “un secreto a voces”, porque cualquiera que lea no por “deber”, sino por placer, lo comparte; claro que siempre habrá “algo” que “hay que leer”, pero soy un convencido que la lectura, repito, no debería abordarse como obligación sino como entretenimiento: Entretenimiento que permite que uno se informe y aprenda…

 

Soy un convencido de que quien no lee, no solamente no puede escribir, sino que tiene una pobreza espiritual rayana en la miseria y esto me hace reconocer que soy rico (espiritualmente, que es lo que importa de veras, claro) porque poseo la fortuna que dan el abecedario y sus infinitas combinaciones…

 

Repito aquí lo que ya he dicho muchas veces: Enseñé cursos relacionados con la creatividad publicitaria, durante 30 años de mis cincuenta como profesional, en ocho universidades e institutos superiores, con un número, “más o menos”, de dieciséis mil alumnos y SIEMPRE mi consejo fue ¡LEAN!

 

Leer, al contrario de lo que decía un congresista peruano (y no sé de qué manera, médico de profesión) no produce Alzheimer, sino Cultura.

Por Manolo Echegaray

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