En
publicidad, por su exponencial exposición repetitiva (y a veces un mucho de
suerte), una frase se puede volver famosa, convertirse en algo que se reconozca
de inmediato y perdure.
Frases
como “Pásame la Manty” o “Estoy
comiendo mi pan con Regia”, “¿Yo…? ¡Nescafé!”, “Mejor mejora Mejoral”, “El casado casa quiere y
muebles Costa prefiere”, “Dolores se
va con Geniol”, “¿Y ahora qué te
tomas tú…? ¡Lo de siempre, Té Sabú!”,
“Tarde o temprano, su radio será un Philips”,
“Es mejor tener un seguro y no necesitarlo, que necesitar un seguro y no
tenerlo. Se lo recuerda la Compañía
Italo-Peruana de Seguros Generales”, “Glostora,
el fijador de la juventud triunfadora” y tantas otras, viven en el recuerdo,
revoloteando por la memoria y convirtiéndose a veces en “frases hechas” que se
vuelven de uso general y diario …
La
mención de la marca como integrante indisoluble de la frase, hace que la “fama”
le llegue a la marca porque es parte de algo feliz, ingenioso o divertido y
allí van, juntos, por el camino de las repeticiones, que trabaja “fijando” a la
marca en la mente del consumidor …
A lo
largo de mis más de cincuenta años de creativo publicitario, me ha tocado idear
innumerables frases y eslóganes, pero de uno de ellos escribiré más adelante,
porque me siento orgulloso que haya gente que todavía recuerde una frasecita,
que se puso de moda hace más de treinta años y tuve la suerte de “idear” …
Imagen: https://www.psicoactiva.com
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