A
veces uno no se siente a la altura de las circunstancias y no acomete la tarea;
se siente “menos” y no se cree capaz de hacer algo. Puede que no lo diga
abiertamente, pero en lo íntimo de sí mismo está pensando en que no puede.
Otras,
un exceso de auto confianza lo hace creer que lo puede todo y que el trabajo
que le encargaron lo hace “con las manos amarradas” de lo sencillo que le
parece.
Son
dos extremos en los que no se debe caer nunca; la valoración de uno mismo tiene
que ser justa, sin excesos: ni tanto, ni tan poco. Y es que tenemos que
aprender a valorarnos, sabiendo hasta donde, con nuestros conocimientos y
experiencia, es posible llegar.
Valorarnos
a nosotros en una justa medida nos dará confianza permitirá encarar el trabajo;
de paso, esta es una actitud que nos ayudará siempre en la vida. Conocernos,
saber nuestros alcances y límites no es cosa fácil y se requiere de un
aprendizaje basado en errores y en aciertos.
Corregir
los errores significa admitir que uno no lo puede todo y los aciertos no
tendrían que ser celebrados de tal forma que uno se duerma sobre sus laureles;
tenemos al frente a una audiencia que está esperando que digamos algo y a la
que no le podemos fallar.
El publicitario, vuelvo a decir lo que ya mencioné una vez anterior, si no está
atento, publicará sus errores y lo que es peor, con ellos causará enorme daño.
Ni
supra valorarse ni infravalorarse: valorarse nomás.
*Artículo
originalmente publicado en “CÓDIGO” 29 agosto, 2017.
Imagen: https://www.freepik.es
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