Esto
se puede aplicar, creo, a las palabras que son dichas, pero lo que está
escrito, queda y se recuerda cada vez que se vuelve a leer …
Cuando
uno escribe para publicidad, a pesar de lo pasajero o efímero de esta, a las
palabras NO se las “lleva el viento”,
porque quedan en los avisos impresos y registradas electrónicamente para radio,
televisión e internet. Van a estar ahí, como se dice “dando vueltas” y a disposición de cualquiera que quiera utilizarlas
para algo. Alguien dijo “El que habla, se
j…”, a lo que yo agregaría que el que escribe también y que en publicidad a
las palabras –repito- NO se las lleva el viento …
¿Y
todo esto por qué? Simplemente porque algo que tiene que tener muy en cuenta
quien redacta para publicidad, es que lo que publique, aunque sea una pequeñez,
quedará registrado y va a influenciar. Perdonen que insista sobre el tema, pero
es que la publicidad no es una “tierra de
nadie”, donde se pueda decir cualquier cosa. Todo, más tarde o más temprano
tendrá consecuencias que van a afectar –de diferentes formas- a miles de
personas …
Es
casi imposible corregir algo equivocado dicho por la publicidad, porque las “rectificaciones”, o son muy poco vistas,
o no atraen ni interesan mayormente. Es verdad que se “salva” la
responsabilidad corrigiendo, pero solamente es eso, porque el daño ya está
hecho y finalmente –para el público- quien se equivoca es el producto o la
marca, ya que el publicista es la “voz”
de quien lo contrata y es invisible. Todo lo malo que pueda suceder, recaerá en
la marca o el producto. El resultado de la desprolijidad publicitaria, podrá
ser muy perjudicial para el cliente, porque “lo dicho, dicho está” …
Imagen: https://www.google.com
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